Predicado el domingo 14 de diciembre, 2014.

Lucas 1:67-79

Entonces su padre Zacarías, lleno del Espíritu Santo, profetizó:

«Bendito sea el Señor, Dios de Israel, 
    porque ha venido a redimir a su pueblo. 
Nos envió un poderoso salvador 
    en la casa de David su siervo 
(como lo prometió en el pasado por medio de sus *santos profetas), 
para librarnos de nuestros enemigos 
    y del poder de todos los que nos aborrecen; 
para mostrar misericordia a nuestros padres 
    al acordarse de su santo pacto. 
    Así lo juró a Abraham nuestro padre: 
nos concedió que fuéramos libres del temor, 
    al rescatarnos del poder de nuestros enemigos, 
para que le sirviéramos con *santidad y justicia, 
    viviendo en su presencia todos nuestros días. 

Y tú, hijito mío, serás llamado profeta del Altísimo, 
    porque irás delante del Señor para prepararle el camino. 
Darás a conocer a su pueblo la salvación 
    mediante el perdón de sus pecados, 
gracias a la entrañable misericordia de nuestro Dios. 
    Así nos visitará desde el cielo el sol naciente, 
para dar luz a los que viven en tinieblas, 
    en la más terrible oscuridad, 
para guiar nuestros pasos por la senda de la paz.»